Sudor, Sexo y Lagrimas

Existen lugares que por el mero hecho de recordarnos hechos que allí acontecieron en algún punto de nuestra historia pueden hacernos variar el estado de ánimo, aunque siempre está en nuestra mano el cambiar eso, a veces es necesario el hacerlo con la brutal eficacia de la cercenación total con medios cauterizadores.

En algún momento no demasiado lejano hacia atrás en el tiempo, uno de estos lugares fue desposeído de todo recuerdo, borrando con una esponja humedecida el rastro del recuerdo que en el quedaba, mancillando quizás el recuerdo del lugar, pero no fue en vano, como decían algun@s, esos demonios debían vencerse con sus propias armas.

La calor de la tarde es agobiante en el amplio salón, el olor de densa y calida humedad colma los olfatos impidiendo oler la excitación exhalada a través de los poros gracias no solo a los tórridos pensamientos sino facilitado por la temperatura ambiental.

Caminan despacio ella se entretienen mirando por las puertas de la primera y la segunda habitación, mirando el amplio salón, él le facilita la entrada a la ultima puerta, la de la habitación que hace esquina, ella lanza las mochilas sobre la cómoda y se arroja sobre la cama quedando boca abajo, él destapa cuidadosamente el lado derecho de la cama y se tumba boca abajo igual que ella, cuando intenta acercar su cara a las sabanas, para comprobar que aquellos fantasmas siguen allí, ella acerca sus labios a su cuello, lo besan lascivamente dejando entreabiertos los labios para pasar la punta de la lengua de comisura a comisura eventualmente en los besos, provocando que se le ericen los pelos de la nuca y la espalda.

Él intenta volver a inhalar el azulado algodón de las sabanas para recordar por un momento la persona con la cual compartió el lecho por ultima vez, a pesar de que todo fuese mentira quería despedirse de ella en lo único que fueron que no fue mentira, como amantes, compañeros de cama, como dos criaturas hechas de instinto puro, amor físico elevado a la enésima potencia del placer, sin embargo ella tira de su camiseta, lo agarra del hombro, tira de el y el se deja hacer, ahora esta boca arriba y ella a horcajadas encima suya, sus manos se agarran al metálico y desfasado cabecero, al igual que muchas antes que ella, y se agacha para besarlo, cuando el intenta aferrarla le agarra las muñecas y lo mira lascivamente, un perlado sudor cubre su amplia frente, lo vuelve a besar, el podría deshacerse fácilmente de su presa ya que ella es de constitución delgada, igual que aquella que se deshizo en sus manos con hierro frío en el corazón.

Lo que viene después, supongo que podréis imaginarlo, no voy a narrar nada real en este blog, prefiero hacerlo en el otro disfrazado de ficción, mezclado con elementos fantásticos para de esa forma intentar llegar a lo mas profundo de las fantasías ocultas en la psique de cada uno, pero no me parece justo hacerlo en este blog, no por mi, no por ella y tampoco por vosotr@s.

No quiero ser soez, usar expresiones demasiado explícitas ni narraros algo que solo debe quedar para quien comparta conmigo el poder y la energía desencadenados cuando se practica sexo, de forma apasionada, instintiva, devorándose entre si, con la intensidad del primer o ultimo acto amoroso que podrías tener, aparcando los ya inexistentes tapujos junto al coche.

Como decía, no es justo, lo que si es justo es contaros el porque de este inicio de narración que dejo que terminéis en vuestra imaginación, terminando la explicación con algunos datos que para los ojos menos atentos habrán pasado desapercibidos.

En ese lecho hice el amor por ultima vez con una persona, la persona con la que me disponía a tener sexo era físicamente igual que otra, ambas llegaron hasta el fondo de esa fortaleza de mascaras y mentiras, ambas desaparecieron dejando demasiado dolor, quedando ancladas en el recuerdo como una raspa de pescado en mitad de la garganta, pudiendo vivir con ello pero siendo demasiado doloroso para poder actuar con normalidad, creando alarmas y acciones instintivas de defensa que no puedo permitir.

Las sabanas aun olían a ella, ya no, la chica que estaba conmigo en la cama tenia las mismas proporciones y cualidades físicas para el sexo que ella, pero no era ella, ella ahora se entregaba a otro tipo de placeres en otro tipo de brazos.

Los movimientos de mi amante eran casi idénticos, el tacto de su piel demasiado similar, sus proporciones físicas iguales (con excepción de la carencia de una cadera ligeramente elevada), el fuego y la pasión que ardían en ella las mismas, con la diferencia de que esta vez solo era sexo, no era amor.

Tenia que hacerle entender a mi memoria física que esas sensaciones, ese tacto, ese furor y entrega no eran intrínsecos a ninguna de las dos, que eran cosas totalmente distintas, mi mente lo entendía, mi corazón lo había superado, pero mi memoria física se negaba a recordar según que cosas si no era con alguna de las dos, no de aquella manera, no en otro lugar, fue una velada excepcional, no solo porque hubiese sexo en ella, sino porque di un paso mas hacia la liberación de esas cadenas que siguen atándome mas de la cuenta al pasado, de esas cadenas que poco a poco van saltando desde el lado izquierdo de mi pecho y dejándome (como diría Fran_g) radiar un poco mas con mi propio fuego interior.

Unas horas después mientras ambos yacíamos desnudos y empapados en sudor, y la noche había tomado el cielo, ella dormía placidamente tras haberse despertado una vez inquieta y haberme contado que nunca se había quedado dormida así, que no dormía a gusto con nadie en la cama, bese su cabeza susurre algo a su oído y volvió a quedar dormida, esta vez profundamente, la rodeaba con mis brazos, ambos con las piernas ligeramente flexionadas y la espalda arqueada, en la cama en la que ahora dormíamos solo quedaba un olor, el de lo que acabábamos de hacer, el cuerpo que abrazaba no era el de la niña-mujer que una vez ame, era el de una amiga con la cual compartía momentos como este, solo entonces y tras verificar que estaba profundamente dormida, di rienda suelta a las lagrimas que no vertí hacia dos años y unos meses respectivamente, llore en silencio mientras abrazaba cariñosamente a alguien a quien no amaba, lloraba en silencio por las dos únicas personas a las que había amado, me habían hecho sentir amado y ya no estaban en mi vida, llore hasta quedar dormido, hasta terminar de agotar mis fuerzas, derrame todo el dolor que durante dos años había estado macerándose en mi interior y una vez que lo solté todo, dormí placidamente, al menos hasta que sonó la alarma y la acompañe hasta su casa.