La vi por primera vez en una imagen en blanco y negro, estática como el felino a punto de lanzarse sobre su presa, con una curvatura perfecta unida a la expresión de los ojos y a su nívea piel daba al conjunto una belleza cautivadora hasta tal punto que en algunas ocasiones sólo podía mirar como un estúpido la foto.
Pero fue esa sonrisa, ese mohín de unos labios perfectos, carnosos pero no voluptuosos, de un carmín discreto que no de un rojo intenso, esa sonrisa que dejaba entrever un colmillo que bajo mis cánones resultaba tremendamente sexy, fue con esa sonrisa, con esa foto estática con lo que me cautivo y sucedió sin darme cuenta.
La primera imagen que vi suya era una en tonos sepia en la que aparecía excesivamente seria, de ahí paso a una sonrisa afilada perteneciente a la imagen de alguien del lugar del que provengo, corrijo, provenimos.
Después la imagen estática en blanco y negro se convirtió en imagen en movimiento, en color, matices pálidos en su rostro que se volvían rojizos por el rubor de algunas de mis objetividades y su sonrisa, su sempiterna sonrisa.
La fascinación que su canto de sirena provocaba en mis oídos unido a la visión de esos labios me llevaba a quedarme mirando como un estúpido la pantalla sin poder decir nada, sin pensar nada más que en preguntas, incógnitas, procesos lógicos del pensamiento y sus extensiones, variaciones y derivaciones hasta el tercer grado.
En mi cabeza solo había dos cosas, la puerta a derribar y esa sonrisa acompañada de incógnitas, me gusta pensar y os invito a ello, las respuestas y soluciones a lo que rondaba mi cabeza era sencillo, al menos la primera, solo tenía que prepararme para ello, tenia los medios, el tiempo y todo jugaba a mi favor, pero esa sonrisa y las incógnitas que la acompañaban hacían que cuando se acercaba la hora fuese imposible concentrarme en otra cosa.
Y llegue a una conclusión, concentre todas las incógnitas en una sola, la resolución de la incógnita era una locura, pero esa sonrisa, esa voz, por no hablar del resto que solo tú y yo sabemos, valían la pena.
Y por una sonrisa volé.
Y volví con la mitad de esa sonrisa y deje allí la mitad de la mía.
Ahora no puedo dejar de sonreír, porque siento como algo se revuelve en mi estomago revoloteando a cada instante, solo un vector separa que ambas sonrisas se vuelvan a unir y se pare el tiempo y el continuo espacio-tiempo es algo inalterable, pero quien necesita estar pendiente del tiempo, cuando hemos cruzado océanos de tiempo para encontrarnos y tenemos toda la eternidad para perdernos el uno en el otro.
Solo tiempo, el resto, aun está por escribir…
Aunque sea en Quenya sureño ;)
Pero fue esa sonrisa, ese mohín de unos labios perfectos, carnosos pero no voluptuosos, de un carmín discreto que no de un rojo intenso, esa sonrisa que dejaba entrever un colmillo que bajo mis cánones resultaba tremendamente sexy, fue con esa sonrisa, con esa foto estática con lo que me cautivo y sucedió sin darme cuenta.
La primera imagen que vi suya era una en tonos sepia en la que aparecía excesivamente seria, de ahí paso a una sonrisa afilada perteneciente a la imagen de alguien del lugar del que provengo, corrijo, provenimos.
Después la imagen estática en blanco y negro se convirtió en imagen en movimiento, en color, matices pálidos en su rostro que se volvían rojizos por el rubor de algunas de mis objetividades y su sonrisa, su sempiterna sonrisa.
La fascinación que su canto de sirena provocaba en mis oídos unido a la visión de esos labios me llevaba a quedarme mirando como un estúpido la pantalla sin poder decir nada, sin pensar nada más que en preguntas, incógnitas, procesos lógicos del pensamiento y sus extensiones, variaciones y derivaciones hasta el tercer grado.
En mi cabeza solo había dos cosas, la puerta a derribar y esa sonrisa acompañada de incógnitas, me gusta pensar y os invito a ello, las respuestas y soluciones a lo que rondaba mi cabeza era sencillo, al menos la primera, solo tenía que prepararme para ello, tenia los medios, el tiempo y todo jugaba a mi favor, pero esa sonrisa y las incógnitas que la acompañaban hacían que cuando se acercaba la hora fuese imposible concentrarme en otra cosa.
Y llegue a una conclusión, concentre todas las incógnitas en una sola, la resolución de la incógnita era una locura, pero esa sonrisa, esa voz, por no hablar del resto que solo tú y yo sabemos, valían la pena.
Y por una sonrisa volé.
Y volví con la mitad de esa sonrisa y deje allí la mitad de la mía.
Ahora no puedo dejar de sonreír, porque siento como algo se revuelve en mi estomago revoloteando a cada instante, solo un vector separa que ambas sonrisas se vuelvan a unir y se pare el tiempo y el continuo espacio-tiempo es algo inalterable, pero quien necesita estar pendiente del tiempo, cuando hemos cruzado océanos de tiempo para encontrarnos y tenemos toda la eternidad para perdernos el uno en el otro.
Solo tiempo, el resto, aun está por escribir…
Aunque sea en Quenya sureño ;)