Quiero un Vampiro...

“¡¡Quiero un vampiro como Edward Cullen en mi vida!!”

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Estoy cansando de oír esto.

Desde que estrenaron la película y ha aumentado el consumo de la ultima bomba mediática que se llama “Crepúsculo” ha aumentado la pasión por el vampirismo entre adolescentes y no tan adolescentes.


La seductora figura del vampiro es algo que ha llamado la atención desde que Coppola dirigiese “Dracula” de Bram Stoker (la cual por cierto poco tiene que ver con el libro) cuando el príncipe empalador decía aquello de “he cruzado océanos de tiempo para encontrarte” recuerdo vagamente que la sala del cine se lleno de los suspiros de las chicas que estaba en ella.

Aquí teniamos a un poderoso principe Carpato que tras luchar por la Iglesia y no darle esta la resurrección de su amada se entrega en cuerpo y alma al Diablo renegando de toda la cristiandad, para encontrarse siglos más tarde con la reencarnación de su amada.

Para aquell@s que no la habeis visto os la recomiendo, eso si, con un paquete de cleenex al lado...




La adaptación de la primera novela de Anne Rice también aumento dicha moda, Brad Pitt como Louis, Tom Cruise como Lestat y Antonio Banderas como un mal caracterizado Armand llamaron la atención no solo por los actores sino por la poderosa actuación de los dos primeros hacia esa figura caprichosa y parcialmente inhumana del vampiro.

El resto de novelas acerca a estos vampiros peligrosamente a la homosexualidad, pero como siempre es cuestión de gustos.

He de añadir que de esta pelicula nació mi fascinación por Kirsten Dunst.





Ese ser inmortal condenado a vagar en la noche eterna y alimentarse de la sangre de los mortales es algo que llama la atención de aquellas que suspiran por el oscuro romanticismo que dicha figura inspira.

Alguien que a pesar de no ser humano siente como un humano y es capaz de amar más que un humano, ya que durante siglos ha esperado a la persona adecuada alimentándose y amando a las mujeres que han pasado por su vida.

Como decía un articulo de Miguel Brieva que publiqué hace unos meses, ser bueno no atrae, el vampirismo es el claro ejemplo, esa atracción por algo que ya no es humano, por un ser que es algo mas que un animal salvaje, que se mueve por impulsos e instinto, que es capaz de proezas físicas y que tiene una mirada penetrante y una voz seductoramente infernal… y también posee los conocimientos de todo lo malévolo y oscuro que anida en el corazón de hombres y bestias, que ha caminado por el filo de la delgada línea que separa el bien y el mal y que a pesar de ser de naturaleza oscura y maligna, quiere amar como un humano y ser amado como tal.

Existen pocas cosas más poderosas que el amor vampírico, cuando un vampiro besa, lo hace recordando y mejorando los besos que durante siglos ha dado, volviéndose este beso un éxtasis para quien es besado, siempre y cuando así lo desee el vampiro claro.

Sin embargo todas esas vivencias y conocimientos tienen su precio, por norma general dichas criaturas de la noche suelen ser posesivas y conspiranoicas, viendo en cualquier gesto externo a la persona amada una posible afrenta al estatus que ha alcanzado con esa mortal, que a pesar de saber que es una criatura de las tinieblas lo acepta como tal y lo ama.


O dice amarlo.


La intensidad de los sentimientos, actos corporales y palabras de un vampiro no tienen comparación con las humanas, ya que son el fruto de años de vivencias, de muchas vidas de practica para alcanzar el paso mas cercano a la perfección que pueda existir.

Son reservados con sus auténticos sentimientos y tratan de pasar desapercibidos entre los mortales como uno más, quizás llamando ligeramente la atención como Edward Cullen por su palidez y modales del siglo XVIII.



La otra cara del vampiro es la del vampiro despechado, aquel que ha amado y ha sido traicionado, del incomprendido, aquel que es consciente de su poder, de la Fata Morgana que es capaz de desplegar y usa sus armas para conseguir sus propósitos, sean estos alcanzar alguna meta o simple compañía de una noche.

Este tipo de vampiros son igualmente deseados, su magnetismo personal es algo que atrae miradas y suspiros con su mera mención por parte de aquellas que sienten atracción por este tipo de seres, desean ser poseídas físicamente por esa figura que merece ser traducida a piedra en forma de escultura.

Estas solitarias criaturas de la noche raramente encuentran compañera en el caso de los varones ya que cuando muestran su verdadera naturaleza, no monstruosa, sino distinta a la humana, cuando muestran que son capaces de amar y sentir con una intensidad abrumadora para un corazón indeciso, se ven arrastrados al abandono y al ostracismo por parte de aquella que apenas unos días antes susurraba un “te amo” entre sabanas de rojo satén mientras que sus manos recorrían el marmóreo cuerpo de él.


Mi pregunta a aquellas que desean un vampiro en sus vidas es la siguiente:


¿Estáis seguras?


Amar a alguien que sabéis que ha amado antes a otras mujeres, a alguien cuyas manos han recorrido cientos de cuerpos femeninos, besar unos labios que han arrancado miles de vidas y besado tantas otras bocas, podríais amar a alguien que no permitiría que nada malo os pasase aún arriesgando su propia integridad, vivir al lado de alguien que velase por vosotras a través de la ínfima distancia de la noche mientras dormís, alguien que supiese o intuyese con mucho tino lo que pensáis, lo que sentís, alguien que por experiencia o dones vampíricos supiese lo que puede ocurrir en una u otra situación y rebatiese muchas de las iniciativas que tomaseis…


¿Seríais capaces de amar a alguien así?



La experiencia me dice que no.



Quizás no necesite beber sangre para vivir y pueda vivir igualmente bajo el sol que bajo las estrellas, quizás tampoco tenga superfuerza ni pueda ver en la oscuridad, pero la vida que he llevado, abarcando tanto las vivencias personales como las que he vivido indirectamente, las situaciones en las que me he visto y muchas otras cosas que aquí no contaré, me sitúan peligrosamente cerca de una de estas criaturas de la noche.

Pensaos bien cuales son vuestros deseos antes de formularlos, nunca podéis saber cuando hay un vampiro cerca escuchando y puede que los haga realidad…


Vampíricamente vuestro




M.