domingo, 14 de septiembre de 2008

Articulos Periodisticos

Autor : Miguel Brieva

Ser bueno no enamora




Recientes y conclusivos estudios parecen haber demostrado con creces lo que ya se sospechaba desde hace tiempo: que la adopción de una actitud buena o ejemplar, o el padecimiento permanente de esa molesta traba como rasgo de carácter propio de la persona, contribuye de manera marcadamente contraproducente para con el juego de la seducción propio del amor. Practicar la sutil danza del enamoramiento con alguien puro y cristalino es algo así como tratar de extraer apasionado disfrute jugando al póquer con un adversario que sostiene sus cartas al revés, es decir, mostrándolas todo el rato. El amor requiere de sus claroscuros dado que, en esencia, no es otra cosa sino un misterio permanente que una y otra vez tratamos de resolver y mitigar en el otro. Si es usted una excelente persona, atenta y considerada, disimule fieramente en caso de sentirse atraído por alguien. Rebélese contra sí mismo y dé su cara más seductoramente ambigua. No hace falta que usted sea malo de verdad, pero, desde luego, huya por todos los medios de la bondad radical; en este terreno, no le traerá más que problemas y frustraciones.



Autor : Eduardo Punset

Excusas para no pensar



¿Queremos saber cómo somos?


No somos el centro del universo, sino la última gota de la última ola del océano cósmico

“Acabo de escribir el prólogo del libro de la Biblioteca Redes titulado Por qué somos como somos; lo publicará en octubre la editorial Aguilar y recoge las reflexiones vertidas en la realización de una veintena de programas dedicados a este tema ¿Por qué queremos saber cómo somos?

Se trata de la primera pista para intentar ser de otra manera y rescatar de las tinieblas y el dogmatismo el código de los muertos que todavía rige el destino de miles de millones de personas. ¿Cuántos años serán precisos para que las pautas configuradas para situaciones tribales de hace miles de años den paso a sugerencias más adecuadas a unos humanos que acaban de triplicar su esperanza de vida y no saen qué hacer con sus 40 años de vida redundante? A finales de los años 50 tuve la suerte –con apenas 20 años- de saber inglés. Podía haber sido traductor en la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Ginebra, Suiza. Me negaron el puesto por una razón que no tenía nada que ver con mis dotes lingüísticas, o por mi falta de ellas. Tenía un hermano menor que ya era funcionario en la sección de Presupuestos de la OIT. Hoy en día nadie se fija en esto, aunque este código particular tenía su razón de ser, probablemente, para evitar que los intereses familiares o tribales interfirieran con el cometido objetivo del trabajo o institución pertinente. Se trata de una prescripción de los antiguos que hemos considerado inútil y que hemos preferido aniquilar. Con razón o sin ella. Hay otros códigos, en cambio, a los que no hemos renunciado ni por asomo. Una de las primeras cosas que descubrimos –hace nada menos que 400 años, pero como si no- es que ni el planeta ni nosotros mismos somos el centro del universo; andamos subidos a 250 kilómetros por segundo en un planeta de una estrella mediana en la parte exterior de uno de los billones de galaxias existentes. Y, no obstante, ¿cuántas personas siguen creyéndose que son no sólo el centro del universo, sino el ombligo del mundo?

Nos ha costado más todavía –una mayoría de los habitantes de la Tierra sigue creyendo lo contrario- aceptar que es muy difícil detectar cualquier atisbo de propósito o intención en la historia de la evolución. En la perspectiva del tiempo geológico, ¿hay otra manera de medir el tiempo? Somos la última gota de la última ola del inmenso océano cósmico. Ni es seguro que hayamos salido de la era de los artrópodos ni está cantado que las bacterias no nos sobrevivan con sus artilugios para medrar en el tiempo y el espacio. De momento hay mayor número de ellas en nuestra boca que habitantes en Nueva York.

Descubriendo por qué somos como somos constatamos que, muy probablemente, los graznidos fueran la primera muestra de comunicación verbal; que a ellos sucediera la música; a ésta, el lenguaje, que o bien era casi innato o bien crecía como un órgano del cuerpo. La culminación de este proceso fue la escritura que, desde hace unos 4.000 años, introdujo el compromiso, la señal indeleble de una voluntad que permitió modular la convivencia social. Pero el análisis del origen del lenguaje ha permitido matizar que no siempre sirvió para entenderse, sino para confundirse y que su impacto es menor que el lenguaje corporal.

Descubrir por qué somos como somos ha sido la primera pista para intentar ser de otra manera. Para no desaprovechar de manera tan grosera como en el pasado nuestras posibilidades de cambiar. Tal vez sabiendo por qué tomamos determinadas decisiones –no lo sabíamos hasta hace muy poco- acabaremos tomando otras.”



¿Cuánto nos condiciona la imagen?

Damos gran importancia a la idea que los demás se hacen de nosotros. Nos importa el continente

“He estado más de una semana en Londres explorando librerías, documentación y perfiles de científicos para entrevistarlos en el programa Redes de la 2 de TVE a partir de este mes. En el regreso a Barcelona desde el aeropuerto de Heathrow, di con la información más interesante de todo el viaje.

¿Por qué?, me preguntarán los lectores. Pues, sencillamente, porque dos periodistas daban cuenta en el Financial Times de dos hechos insólitos, pertenecientes a universos distintos, reveladores los dos de la esencia humana, de lo que ahora llamamos plasticidad cerebral, de la importancia del inconsciente y de lo que no vemos, del poder decisivo de las emociones, de la historia misteriosa que subyace en el trasfondo de los grandes acontecimientos. «¡Anda ya! –dirá más de un lector. ¿Hay algo que no revelen sobre la conducta humana los dos eventos descritos por el periódico inglés?»

Veamos la primera noticia. Es un relato por Demetri Sevastopulo del primer día del juicio en Guantánamo del cerebro del atentado del 11-S, Khaled Sheikh Mohammed. Es muy importante. Aunque lo más importante, desde mi punto de vista, es la conexión con la segunda noticia. Son dos mundos separados. Simplemente, se trata de una entrevista a Yulia Timoshenko, presidenta de Ucrania, en la que habla sobre todo de la importancia del aspecto físico, de cómo nos ven los demás. Yulia es particularmente guapa, atildada e inteligente. ¿Dónde está la relación entre esas dos capillas incomunicadas; del suicidio terrorista por una parte y la belleza y devoción a su país por otra? ¿En virtud de qué metáfora tiene que ver un mundo con el otro? Ahora lo vemos.

Khaled Sheikh Mohammed dejó muy claro al Tribunal desde el comienzo que lo único que le importaba era convertirse en un mártir de la revolución; su mayor ambición era morir y no vivir. Los militares americanos habían previsto todos los recursos imaginables para que el inculpado gozara de una defensa creíble, aunque impuesta. Mohammed los rechazó a todos. El juez permitió que el inculpado se explayara ante docenas de periodistas sobre la tortura a la que dijo ser sometido, él y otros acusados, sofocándoles con agua derramada en la boca y nariz hasta provocar la asfixia. O casi. Al acusado le molestó sobremanera que una mujer estuviera presente y para mostrar su contrariedad resistió más tiempo que nadie la tortura (noventa segundos sin respirar).

Entretanto, otra periodista estaba negociando con el propio inculpado, recurriendo a sus defensores y guardias de seguridad como intermediarios, para que le diera su aprobación a un dibujo reflejando su imagen actual, mucho más amable, por supuesto, que la primera fotografía publicada cuando fue detenido en el año 2003.Lo que dejó atónita a la periodista fue que el inculpado le llamara repetidamente la atención para que retocara el perfil de su nariz en el dibujo. Al final, dio su visto bueno. La periodista no acababa de creerse que la vanidad pudiera mover también a este personaje culpable de la muerte de tres mil víctimas.

En la entrevista con Yulia Timoshenko, el momento más penetrante de la conversación es cuando la periodista hace la siguiente pregunta: «¿Qué es más importante para una mujer, su trabajo o su imagen?» La respuesta fue inmediata: «Ella preferirá parecer bien por encima de todo, incluso a costa de su trabajo». Uno de los terroristas más temidos del mundo y una de las europeas más guapas e inteligentes coincidían en lo mismo. La gente otorga una importancia decisiva a la idea que los demás se hacen de ellos, más allá de sus convicciones o de su trabajo. El continente, más que el contenido, es lo que importa.”

Os dejo aqui unos textos que me han pasado por Mail y que me han llamado bastante la atencion y parecido muy curiosos, mi opinion, antes de la siguiente entrada, pero me hago una pregunta chic@s ¿Y vosotr@s que pensais?

2 comentarios:

maria dijo...

Doy fe de que ser bueno no enamora. Sin duda el ser el lado oscuro de la moneda es lo que vende. Pero yo creo, que uno debe ser como es, si te inventas ese lado oscuro esa persona no se fija en ti si no en la imagen que le proyectas asi que... la verdad prefiero seguir siendo buena y que no se enamoren de mi, total ellos se lo pierden y asi no tengo que perder mi tiempo con nadie.

¿queremos saber como somos? A mi es una de las cosas que ms tiempo me consumen y que mas me gusta hacer, porque asi descubres tus limites, tus virtudes y tus defectos y puedes moldearte a tu gusto y no al de los demas. Sin embargo mi opinion de lo que piensan los demas es diferente, yo creo que no queiren conocerse porque seguramente no se gustan a si mismo y claro para eso es mejor mirar para otro lado. Es mucho trabajo ponerse a conocer y a saber como eres y cambiarlo. Eso de trabajar si no da beneficios economicos para satisfacer las necesidades "primarias" no sirve de nada.

Y en la epoca que vivimos la imagen condiciona muchisimo, ahora bien condiciona a quien se deja manipular por ella, sin duda alguna yo creo que las personas que no se dejan condicionar por la imagen son las que realmente se ven mas guapas.
Lo importante es gustarse uno mismo si no le gustas a los demas que no miren.

Saludos

Anónimo dijo...

Sobre lo de que ser bueno no enamora, no es verdad, aunque tiene sentido.
Estoy harta de ver cómo algunas amigas que he tenido querían ir con los tíos más cabrones del planeta.
Pero no les gustaban porque fueran malos, sino por la imagen (y ahora lo relaciono con el último artículo) dan de ellos mismos.
A las mujeres les gustan los hombres que tienen confianza en sí mismos y parecen tan seguros.
Curiosamente, cuando un hombre se siente atraído por una mujer suele mostrarse inseguro porque tiene miedo a no gustar, etc.
Ergo (copiándote, je, je), un chico que muestra enormes cantidades de confianza en sí mismo y muestra su pecho inflado cuando habla contigo está alimentando su propio ego y piensa que te tiene en un chasquido.
Supongo que ocurre lo mismo a la inversa de los sexos.

Por otra parte, que no somos nada, solamente una mota de polvo en el inmenso universo, ya lo sabía y me entristece.

La imagen es fundamental para los demás en todos los aspectos.
Yo tenía unas gafotas gordas cuando era una niña y hasta los quince años. Ningún chico se fijaba en mí. Fue ponerme las lentillas y la cosa cambió con los demás hacia a mí, aunque yo siempre me he visto como un patito feo hasta que con los años he aprendido a gustarme y eso que todos me dicen que soy muy guapa.
Ahora tengo una percepción mejor de mí misma.
Para mí la imagen es engañosa y no me suelo fiar de ella, es decir, de la ropa, el calzado. Sin embargo, sí creo en el rostro, los gestos y las palabras, que dicen mucho más de una persona.
Y ya está que me enrollo como una persiana (de las antiguas), ja, ja.
Un beso